miércoles, 20 de febrero de 2013

De esos hábitos nuestros

El domingo me levanté con las ganas de escribir, de empezar a plasmar nuevamente todo lo que se me venía a la cabeza en ese momento. 
De alguna forma compartirlo y que alguien quisiera leyerlo ; y comente y sentirme bien por hacer que alguien en alguna parte del mundo se tome el trabajo de comentarme unas líneas.

Sentí la necesidad, y lo hice, y ya.
Y ahora? Ahora no se que escribir, ahora tengo como 15 borradores en la bandeja de entradas.

Ahora que se me pasaron las ganas, pienso en abandonar esto y seguir en la clandestinidad. Y me hace sentir insegura.. Pienso que no soy capaz de ser consecuente con las cosas que realmente deseo.
Que no tengo las ganas de esforzarme un poco y simplemente busco la salida fácil y tiro la toalla.

(Abro un parentesís porque he puesto mi CD de Estopa)

Esto me hizo pensar en cuántas veces me he encontrado en la misma situación : con las clases de automaquillaje, las de manejo, las de portugués, las de fotografía, las de participar en la feria de segunda , las de poner finalmente mi propio negocio y así miles de cosas , algunas con una gran importancia, otras realmente triviales, pero finalmente incompletas.

Incompletas como las infinitas relaciones que dejamos ahí, y no nos volvemos a ver y si te veo pues ni me acuerdo.
Así como las amistades del colegio, las de la cuadra, que solo quedan flotando allí : en alguna parte de la galaxia de personas que es nuestra vida.

Y así me puse a pensar que es importante finalizar etapas, vínculos (si es que se puede). A partir de hoy , espero, cerrar (con o sin llave) todos esos asuntos que llevo en la mochila, que por más grandes o pequeños que sean, van sumando.
Quisiera, de verdad que quisiera, creer que seré capaz de hacerlo; que por fin podré salir de mi línea de comodidad y ...

Escribí dos mails y llamé una vez.
1 correo fue contestado y la llamada también.
Para el segundo correo, el silencio fue mi mejor respuesta.

Y así como dice Pedrito Suárez, cierren su libro.

domingo, 17 de febrero de 2013

Te cuento

He cenado en 8 minutos.
Comí mi pechuga de pollo a la brasa rápidamente, pensando en cómo iniciaría esta entrada.
He extrañado escribir, he extrañado sentir que cada episodio de mi vida podría ser un post.

Y así regreso, un poco más calmada y nuevamente enamorada.
Enamorada y aún con la melancolía del más querido de mis caídos, levantándome cada noche pensando en el qué hubiera pasado.
Con el nudo en la garganta cada vez que paso por su calle, y buscándolo con la mirada y a la vez no.

Y enamorada (?¿?) de nuevo. De mi compañero, de mi amigo.
De su compañía los domingos, de sus besos los sábados por la noche. De su forma de moverse en la cama, de cuando cantamos en mi balcón.
Pero no de su futuro, no de su futura maestría, no de nuestro año nuevo 2014 ni de nuestras vacaciones de invierno.

No le veo futuro.
Pero, por un par de noches...qué mas da?